Sanchito, la momia de Santo Domingo el Real

Sancho de Castilla y Sandoval, hijo de Pedro I “El Cruel”, tenía apenas siete años cuando murió en la fortaleza de Toro (Zamora) a la corta edad de siete años. No estaba claro el motivo de su muerte, aunque siempre se barajó que fue envenenado por Enrique de Trastámara, hermanastro de su padre y a quien asesinó para arrebatarle su trono. Viendo en el pequeño un posible obstáculo para la sucesión pudo acabar con su vida, a pesar de que el pequeño Sancho no era el primogénito de su padre.

Los restos del malogrado Infante fueron trasladados al Monasterio de Santo Domingo el Real por orden de su hermanastra, María de Castilla, que también era priora de este toledano convento. Y allí permanecieron intactos los restos del niño hasta el año 2004, cuando fue descubierto casualmente en una remodelación del altar. Sin embargo hubo que esperar hasta el 2006, cuando el retablo donde estaba enterrado fue restaurado, y la circunstancia, con la autorización de las religiosas que actualmente se encargan del convento, fue aprovechada por un equipo multidisciplinar de investigadores para estudiar sus restos mortales e intentar averiguar el verdadero motivo de su fallecimiento.

sanchito

En este estudio, coordinado por el director del Laboratorio de Antropología Física de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, Miguel Botella, participaron también especialistas del Hospital Clínico de Barcelona, el Servicio de Salud de Castilla la mancha, la Universidad de Granada, la Universidad de Alcalá de Henares, y la Dirección General de la Policía Científica de Madrid.

Lo primero que llamó la atención fue el buen estado de conservación de los restos del Infante, que por las condiciones de clima y humedad estaba momificado. Esto permitió que pudiera realizarse una biopsia de los restos de tejido que aún se conservaban, como el corazón y los pulmones, con métodos poco agresivos para respetar al máximo la integridad de los restos. Además se realizó un TAC en el Hospital Virgen de la Salud de Toledo, a cargo de los doctores José María Pinto y Cristina Romero, que descartó que la muerte de Sancho fuera consecuencia de algún trauma o golpe violento.

Un estudio toxicológico completo, junto a pruebas de microscopia electrónica, descartaron la presencia en sus tejidos blandos de venenos habituales como el cianuro, o de metales pesados como el plomo o el mercurio. Sí que encontraron algún resto de arsénico en su cabello, pero era práctica habitual en su época utilizarlo para embalsamar el cadáver. Por eso se concluyó que la teoría del asesinato por envenenamiento debía descartarse por completo.

Las pruebas en cambio si que detectaron cierta inflamación pulmonar, posiblemente debido a algún proceso inflamatorio de tipo hemorrágico. Todo ello hace pensar que el hijo de Pedro I falleció de forma natural, posiblemente por una neumonía.

Tras hacer la investigación, los restos de Sanchito (como cariñosamente se refieren a él las religiosas), fueron depositados de nuevo en su lugar del hueco del retablo para continuar su descanso eterno. Allí descansa, con vestiduras de monaguillo, bien cuidado por las religiosas de Santo Domingo el Real.

La Mesa de Salomón

Varios son los objetos sagrados que han sido buscados desde hace siglos a lo largo y ancho de todo el mundo, como la Lanza de Longinos, el Arca de la Alianza, El Santo Grial, y el que ahora nos ocupa: La Mesa de Salomón, de la que siempre se ha sospechado que recaló temporalmente, o quién sabe si aún continúa oculta, en la ciudad de Toledo.

Pero, ¿qué es exactamente La Mesa de Salomón?. ¿Se trata de un talismán, u otro objeto simbólico?. ¿Era realmente una mesa, o tenía otra forma a pesar de su nombre?. Vayamos por partes, para tratar de explicarlo.

Salomón fue rey de Israel entre los años 978-931 a.C., y según narra la leyenda más extendida escribió todo el conocimiento del universo, incluyendo la fórmula de la creación y el verdadero nombre de Dios (que no puede ser escrito y sólo debe pronunciarse para provocar el acto de crear, según la tradición cabalística), en una tabla o espejo. La importancia de esta tabla, o mesa, se debe a que su poseedor tendría el conocimiento absoluto, ya que al conocer el nombre de Dios conoce también la “fórmula” de su creación. Asegura también la leyenda que el día en que La Mesa de Salomón sea descubierta el fin del mundo estará próximo.

¿Y cómo acabó en Toledo?. Nos tendremos que remontar varios siglos atrás. El lugar donde estaba guardada era el legendario Templo de Jerusalén, donde sobrevivió a la destrucción y saqueos de tiempos de Nabuconodosor II. El templo sufrió una nueva destrucción en época de Tito, y entonces fue trasladada a Roma en el año 70, siendo guardada primero en el templo de Júpiter Capitolino, y posteriormente trasladada a los palacios imperiales.

Allí permaneció hasta el año 410, fecha en que Alarico saqueó Roma y se apoderó de todo el botín de Tito, trasladándolo todo a Carcasona. Allí fue guardada hasta el año 507, en que fueron derrotados por los francos, y Teodorico lleva el tesoro (incluida la Mesa de Salomón) a Rávena. En el año 526 Amalarico reclama el tesoro a Teodorico, quien se lo cede, siendo trasladado a Barcelona. Se supone que desde allí la Mesa y el resto del tesoro fue trasladado a Toledo, nueva capital, aunque de ello sólo queda constancia en una cita documental de Aben Adhari: “Trasladaron tesoros y botines innumerables, entre los cuales se encontraban misteriosos amuletos mágicos, de cuya conservación y custodia dependía la suerte del Imperio fundado por Ataulfo”.

En Toledo el preciado tesoro se funde con otro mito legendario; La Cueva de Hércules. Y es que afirma la tradición que fue en esta milenaria y mágica cueva donde fue guardada la Mesa durante bastantes años. Hasta el 711, año en que Tariq comienza a conquistar la Península para los musulmanes, y se apunta a que la Mesa de Salomón fue trasladada a Medinaceli con el propósito de ponerla a salvo. A partir de entonces las noticias son confusas, ya que algunos textos apuntan a que Tariq se hizo con el tesoro, sufriendo terribles disputas con los suyos por su propiedad. Mientras que otros textos aseguran que si bien Tariq se hizo con una mesa hecha de oro y cuajada de brillantes nada tiene que ver con la que realmente nos ocupa.

Realmente si nos ceñimos a la amalgama de textos y teorías existentes al respecto no llegaremos a una conclusión certera, ya que hay quiénes afirman que jamás se movió de la ciudad de Toledo, y permanece oculta en alguno de sus innumerables subterráneos, mientras otros afirman que posiblemente fuera trasladada en la misma dirección que el hallado Tesoro de Guarrazar, a unos escasos kilómetros de la ciudad de las tres culturas, y fuera ocultada en la Iglesia de Santa María de Melque, vinculada posteriormente a la Orden del Temple, y que dispone de unas amplias y enredadas galerías subterráneas que la convierten en un lugar propicio para esconder el más valioso de los tesoros.

Es innegable que son muchas las posibilidades del destino de la Mesa de Salomón desde su supuesto origen hasta el traslado a Toledo, si es que realmente algún día estuvo aquí. La leyenda y la tradición así lo afirma, y son muchos los estudiosos que, obsesionados con el tema, han creído encontrar la pista definitiva sobre su destino actual. Sin embargo, a fecha de hoy, todavía no ha sido encontrada.

En este programa de Telemadrid, “Rastreadores de Misterios”, Fernando Ruiz de la Puerta y otros conocidos investigadores de Toledo nos dan su visión del tema.

El caso de San Pedro Mártir

Claustro de San Pedro Mártir. Fotografía de José Luis Filpo Cabana

Claustro de San Pedro Mártir. Fotografía de José Luis Filpo Cabana

Si tuviéramos que elegir un lugar de Tóledo célebre por sucesos extraños acontecidos en él, y conocidos por casi todos los habitantes de la ciudad, ese no es otro que el antiguo convento de San Pedro Mártir. Y es que este edificio, hoy reconvertido en Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, es uno de los más visitados por los estudiantes toledanos, ya sea por que están allí matriculados, o simplemente porque van a hacer uso de su amplia y tranquila biblioteca.

Un poco de historia

En el año 1407, sobre unas casas propiedad de doña Guiomar de Meneses y don Alonso Tenorio de Silva, se ubicó en este lugar un convento de frailes dominicos bajo la advocación de San Pedro Mártir. Poco a poco, con el paso de los años, los frailes recibieron en donación más propiedades aledañas o fueron comprándolas, llegando a ocupar una extensión de casi doce mil metros cuadrados. Se dio la circunstancia que tuvieron que unir parte de sus propiedades con un cobertizo, e incluso construir en una calle pública, por lo que el Ayuntamiento les obligó a perpetuidad a que permitieran el paso a los ciudadanos por el interior del templo y del claustro, que por este motivo fue conocido como el “claustro de las procesiones”. Esta obligación debía cumplirse desde la salida hasta la puesta del sol, y estuvo vigente hasta la exclaustración del templo en 1835.

Este convento tuvo gran importancia, no sólo por su tamaño, sino por otras circunstancias peculiares, como por ejemplo que en él establecieron los Reyes Católicos la primera imprenta que hubo en Toledo. Aquí se imprimían las famosas bulas que se comerciaban en la cercana calle que tomó nombre de esta actividad, la calle de las Bulas. La actividad de la imprenta duró hasta finales del XIX, por la constancia que queda de las últimas obras allí impresas.

Otro motivo por el que es célebre este convento es por haber sido sede del Tribunal de la Inquisición en 1485, ya que los dominicos tenían encomendado el juicio de las causas. Desde aquí es desde donde partían a Zocodover los encausados por la Inquisición, camino a la plaza de Zocodover, en donde tendría lugar el auto de fe. Nada más lejos de la leyenda urbana que afirma que en este convento los inquisidores torturaban y ejecutaban a herejes y acusados de injurias contra la fe. En esta época, la de mayor auge del convento, llegaron a morar entre sus paredes más de sesenta frailes, muchos de ellos afamados miembros del Santo Oficio.

Otro capítulo importante del edificio se puede datar durante la invasión francesa, en dónde tropas del ejército de Napoleón lo tomaron como albergue, llegando a causar notables desperfectos.  Son estos acontecimientos los que utilizó Bécquer para una de sus más célebres leyendas,  la de “el beso”, cuya lectura recomiendo encarecidamente.

Estatua orante en la Iglesia de San Pedro Mártir - Fotografía de Fjdrevorio

Estatua orante en la Iglesia de San Pedro Mártir – Fotografía de Fjdrevorio

Tras la exclaustración del convento fue utilizado para fines diversos. Primero como cuartel de Milicias Nacionales. Posteriormente pasó a la Comisión Provincial de Monumentos que lo declaró “Panteón Provincial” y lo utilizó para guardar las obras artísticas salvadas de otros edificios, como diversos mausoleos. En el año 1846 el edificio se cede a la Diputación Provincial, que lo utilizó como asilo, circunstancia que acarreó que la imprenta en esta época se conociera como “Imprenta del Asilo”.

El 27 de mayo de 1993, tras una profunda remodelación, se inauguró el edificio que iba a ser destinado a sede de la Delegación del Gobierno y de la Administración del Estado, pero en la ceremonia inaugural el por entonces Presidente de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, José Bonó, solicitó al Ministerio del Interior que le cediese el edificio para edificio universitario, fin que hoy en día sigue cumpliendo.

(Historia Tomada del libro “Fantasía y Realidad de Toledo”, de Ángel Santos y Emilio Vaquero, Ed. Azacanes).

Lo que se cuenta

Desde que San Pedro Mártir fue ocupado por cientos de profesores, alumnos, y empleados de la Universidad de Castilla la Mancha son del dominio público los rumores que afirman que entre aquellos antiguos muros suceden algunas cosas que carecen de explicación lógica. Y esto resulta de mayor interés si cabe debido a la coincidencia de los testimonios de numerosos testigos que afirman haber visto algo muy parecido, al margen de su edad u ocupación en el centro.

De hecho los testimonios provienen de alumnos, empleados de limpieza, empleados de seguridad, personal de la Universidad, o simples visitantes.

Uno de los testimonios más repetidos se refieren a la visión de una figura difuminada, que algunos describen como una débil humareda blanca, que suele verse por algunos lugares del antiguo convento, principalmente algunas zonas como el claustro, la biblioteca, la iglesia, o la sillería superior. Afirman los testigos que esta humareda blanca se desplaza como si fuera flotando, y de manera bastante rápida, de forma que nunca suele verse por un periodo superior a tres o cuatro segundos. Algunos testigos han ido más lejos, e incluso afirman haber visto este fenómeno de forma más clara, pudiéndose vislumbrar una figura femenida ataviada con una especie de hábito blanco, como si de una monja se tratase. Esta versión está bastante extendida entre el personal de limpieza, quienes incluso, tal vez para vencer el temor que pudiera causar, se refieren a esta figura como “Encarna”. Y es que, con toda naturalidad del mundo, cuando las limpiadoras van a entrar en alguna de las dependencias en donde suele manifestarse esta visión, lo hacen al aviso de “Encarna, no me asustes que voy a entrar”, llegando a despedirse de la misma forma que entraron.

Cabe destacar que en la historia de San Pedro Mártir no destaca la presencia de ninguna mujer, ya que siempre albergó religiosos del sexo masculino. No obstante casi todos los enterramientos que hay allí son de los religiosos dominicos, con la excepción de dos enterramientos de mujeres traídos aquí durante su uso como “Panteón Provincial)

Estas limpiadoras protagonizaron un conocido capítulo en estos fenómenos de San Pedro Mártir. Tras limpiar una de las aulas de la planta baja del claustro, y dejar perfectamente limpia la clase y bien ordenadas las más de cincuenta mesas y sillas, subieron al primer piso del claustro para continuar con sus labores. Al subir las escaleras vieron que la luz del aula que acababan de limpiar se encontraba encendida, y volvieron con el fin de apagarla. Su sorpresa fue mayúscula cuando al entrar comprobaron que la totalidad de mesas y sillas que habían dejado perfectamente colocadas se encontraban desorganizadas, y eso en apenas un minuto de tiempo. Sin comprender que podía haber pasado, ya que el edificio estaba cerrado al alumnado y sólo ellas y el conserje estaban en ese momento en su interior, se dirigieron a éste, quien decidió llamar a la policia por si alguien se había colado en el centro. Al poco se personó la policía en el viejo convento, y tras hacer una inspección comprobaron que allí no había nadie escondido.

Otro tanto sucede con el personal de seguridad, que tiene que pasar largas horas en San Pedro Mártir cuando no hay nadie más en su interior. Cabe destacar que estos trabajadores son los menos dados a hablar del tema, ya que comprensiblemente pueden temer por su puesto de trabajo. Durante un tiempo desempeñé un puesto similar, y conozco de primera mano que las empresas de seguridad no hacen caso y desprecian este tipo de comentarios de sus trabajadores. Pero aún así son muchos los relatos que en los últimos años por boca de estos guardias de seguridad se han extendido entre la comunidad universitaria, y por extensión entre los ciudadanos de Toledo.

Mucho se ha hablado del extraño funcionamiento de los ascensores durante la noche sin que nadie pueda operar los botones. Los ascensores comienzan a funcionar deteniéndose en cada planta, abriendo sus puertas, y volviéndolas a cerrar. Fenómeno muy repetido en otros emplazamientos similares. No creo que se debiera dar mayor importancia a esto, ya que muchos ascensores están programados para retornar pasado cierto tiempo a la planta en donde hay más afluencia de público. O incluso un fallo en la botonera pudiera causar este extraño funcionamiento. Aún así se comenta que más de un vigilante de seguridad se ha sobresaltado por ello, y no hay explicaciones lógicas que les tranquilicen.

También se habló hace varios años que estos vigilantes de noche escuchaban ruidos en las plantas superiores, como de pasos y arrastrar de muebles, y que cuando subían a comprobar qué era lo que ocurría no encontraban el motivo del ruido de los inexplicables pasos, pero sí encontraban el mobiliario en algunos lugares colocado de forma diferente a la habitual, lo que en más de una ocasión propició la correspondiente llamada a la policía.

Tristes y conocidos son en la ciudad los dos fallecimientos de vigilantes de seguridad durante su servicio nocturno en un lugar determinado; la iglesia conventual. Según se afirma uno de estos fallecimientos puede tener su explicación lógica, ya que el trabajador llegó precipitadamente al cambio de turno y con evidentes signos de fatiga. El diagnóstico del fallecimeinto fue infarto de miocardio. El otro compañero no tiene explicación tan sencilla, aunque posiblemente tenga también su lógica explicación, a pesar de tratarse de un joven sin aparentes problemas de salud. Lo que llama la atención es que un hecho tan poco habitual como es el fallecimiento de un vigilante se haya repetido en un intervalo de menos de diez años en el mismo lugar. Aún así, y debido a lo delicado del tema, son cosas de las que no se ha vuelto a hablar abiertamente.

Portada de la Iglesia de San Pedro Mártir - Fotografía de Miguel Hermoso Cuesta

Portada de la Iglesia de San Pedro Mártir – Fotografía de Miguel Hermoso Cuesta

La biblioteca de San Pedro Mártir es uno de los lugares más utilizados por la comunidad universitaria de Toledo, y suele estar siempre llena de alumnos que acuden allí a estudiar con tranquilidad. Pero eso es en las horas de mayor tránsito, ya que a últimas horas esta biblioteca no suele estar tan solicitada. De hecho, en épocas de exámenes, la Universidad suele habilitar otras aulas para su uso como estudio. Sin embargo muchas de ellas no son ocupadas, debido al recelo de los estudiantes a permanecer en ellas cuando la ocupación no es alta.

Finalmente son muchos los estudiantes que aseguran haber visto también esta figura vaporosa que se desliza por ciertas zonas, aunque habría que ver si en algunos casos es mera sugestión, o simple afán de protagonismo. Aún así es llamativo que todos los testimonios coinciden en la descripción de esta “humareda o nube blanca”, sin alarde ni fuegos artificiales que exageren la visión.

Lo que sí es cierto que el edificio de San Pedro Mártir es a día de hoy el edificio de Toledo dónde más conocidos son sus extraños fenómenos. Puede ser que tenga una explicación lógica, que se trate de una sugestión generalizada, o incluso cierta histeria colectiva. Pero mientras no llegue esta explicación continuará siendo uno de los misterios toledanos más destacados.

En este enlace se puede ver reportaje sobre el asunto emitido en el programa “Cuarto Milenio” (Buscar 1:33’15”)

http://www.mitele.es/programas-tv/cuarto-milenio/temporada-7/programa-274/

El Hospital de Tavera

Hablar del Hospital de Tavera es algo que me emociona especialmente, y es que de pequeño tuve la fortuna de estudiar en el colegio que allí existe. Eran otros tiempos, y aunque hoy la actividad docente está ubicada casi totalmente independiente de las zonas históricas del edificio no lo era así hace unos años. Los que fuimos alumnos en la década de los setenta y los ochenta (y por supuesto los que lo fueron con anterioridad), tuvimos la fortuna de poder disfrutar de los recreos en sus amplios patios de columnas, tener clases de educación física cuando el tiempo era adverso en el zaguán de la parte trasera, celebrar las misas del día de las familias en la imponente iglesia, y tener acceso a prácticamente la totalidad de las dependencias que hoy tienen un acceso más restringido. Por ello comprenderá el lector que al hablar de este monumento me deje llevar por los sentimientos y la nostalgia de aquellos tiempos de infancia.

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Un poco de historia

El Hospital de Tavera, también conocido como Hospital de Afuera por su situación, es posiblemente el edificio renacentista más importante de Toledo. Su fundador, el cardenal Juan Pardo de Tavera (de donde tomó el nombre), con la construcción de este hospital perseguía dos objetivos. El primero solucionar la situación sanitaria de la ciudad creando un centro para acoger enfermos, ya que el resto de construcciones que había por entonces se dedicaban casi en su totalidad a labores de asilo. Y su segundo objetivo era construirse un lugar donde poder ser enterrado a su fallecimiento.

Su ubicación vino motivada por las ordenanzas municipales de la época, que prohibían construir hospitales y conventos dentro del recinto amurallado. A la vez se buscó un emplazamiento llano, en espacio abierto para disfrutar de aires saludables, y lo suficientemente alejado del río para no verse afectado por sus neblinas en las épocas más frías. Así, en el año 1541, comenzó la construcción en la vega alta, siendo Alonso de Covarrubias el primero en conducir la fábrica.

A mediados del siglo XVI Covarrubias cedió el mando al hasta entonces aparejador, Hernán González de Lara, quien guió las obras hasta su fallecimiento en 1577. Le sucedió entonces Nicolás de Vergara el Mozo, dejando impronta de su particular trabajo en la iglesia del hospital. La iglesia del hospital se inauguró en 1624, presidida por el impresionante sepulcro del fundador, esculpido por Alonso de Berruguete entre 1554 y 1561, bajo la cúpula. Representa el cuerpo yacente del cardenal Tavera en su lecho mortuorio y ataviado con sus vestimentas pontificales.

Fotograma de la película "Tristana", de Buñuel. Escena en la que destaca el sepulcro del Cardenal Tavera en la iglesia del Hospital de Tavera.

Fotograma de la película “Tristana”, de Buñuel. Escena en la que destaca el sepulcro del Cardenal Tavera en la iglesia del Hospital de Tavera.

Bajo este sepulcro se encuentra la famosa cripta circular, obra de Hernán González de Lara, con una curiosa reverberación de sonido que produce un extraño efecto para un lugar concebido para el eterno descanso. La perfección acústica de este espacio ha sido recientemente motivo de estudio de un grupo de alumnos de arquitectura.

Cripta del Hospital de Tavera. Fotografía de Zarateman

Cripta del Hospital de Tavera. Fotografía de Zarateman

Al estar el hospital bajo la advocación de “San Juan Bautista”, no es de extrañar que las obras artísticas en torno a la vida del santo sean las que predominen en la iglesia. El retablo fue proyectado por El Greco, aunque fue su hijo Jorge Manuel quien lo realizó. No es aquí el único lugar donde está presente el Greco, ya que en el museo que hoy en día funciona se pueden admirar varias e importantes obras del genial pintor. Especial mención requiere el cuadro del fundador, hecho por el cretense a título póstumo. Para este retrato el Greco utilizó como modelo la máscara mortuoria realizada por Alonso de Berruguete.

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En el interior del hospital destacan dos patios gemelos, con no demasiada ornamentación, pero sí de gran belleza, con dos alturas, y cuya separación genera un espacio que abre camino entre la portada principal y la entrada al templo.

Fue también bastante importante y renombrada la farmacia del hospital, con envases de cerámica de la zona, en la que se guardaban fórmulas magistrales, ungüentos y los más extraños brebajes.

Farmacia del Hospital Tavera. Imagen de http://www.fundacionmedinaceli.org/

Farmacia del Hospital Tavera. Imagen de http://www.fundacionmedinaceli.org/

En la actualidad el inmueble alberga un colegio de educación primaria, así como el Archivo de la Nobleza, siendo el edificio de propiedad particular del ducado de Medinacelli.

En este vídeo de RTCM, del programa “El Cuentakilómetros”, se puede ver una visita general a Tavera bastente interesante.

Misterios que se cuentan

A pesar de que son muchas las dependencias del histórico edificio que podrían ser un marco perfecto para cualquier fenómeno misterioso, es la cripta la que se convierte en el principal escenario de la totalidad de historias y anécdotas extrañas.

Ya hace casi un siglo que está cripta cautivó a un grupo de jóvenes que habían fundado la “Orden de Toledo”, y que tenían por norma acudir a Toledo con la mayor frecuencia posible a “vivir las más inolvidables experiencias”. Solían alojarse en la Posada de la Sangre y comían frecuentemente en La Venta de Aires. Tras la comida era obligada la visita a la tumba de Cardenal Tavera, donde permanecían unos minutos de recogimiento ante la estatua yacente del cardenal… Por cierto, este grupo de jóvenes, esta “Orden de Toledo” estaba formado por Luis Buñuel, García Lorca, Alberti y Dalí entre otros. Recomiento leer la siguiente entrada del blog Toledo Olvidado, donde Eduardo Sánchez Butragueño, como siempre, aporta una interesante información.

Pues en esta cripta tan atrayente para estos ilustres personajes, es donde hoy en día algunos testigos afirman haber vivido experiencias un tanto extrañas. Los propios guardeses del monumento no se atreven a transitar por esos lugares del edificio, al haberse visto en más de una ocasión una misteriosa figura que afirman tratarse de Alonso Berruguete. Esta atribución tiene la única causa en la supuesta forma de vestir de esta “aparición”, y al relacionar la muerte del artista en aquel lugar antes de finalizar del todo el sepulcro del cardenal, encontrándose también allí enterrado.

Estatua de Alonso Berruguete por José Alcoverro. Fotografía de Luis García

Estatua de Alonso Berruguete por José Alcoverro. Fotografía de Luis García

Los empleados del archivo siempre bajan en grupos o parejas al tener cierto temor a permanecer sólos en estos bajos del hospital.

También las empleadas de limpieza ejercen su trabajo siempre acompañadas, por el miedo a bajar solas, y afirman que los útiles que guardan en un pequeño trastero aparecen completamente desordenados sin que nadie haya accedido allí.

Recomiendo este audio del programa Milenio 3, en donde Luis Rodríguez Bausá, y Javier Mateo, nos hablan de este caso entre algunos otros. (Min. 20:00 a 26:35)

La cripta es uno de los lugares que puede verse fácilmente con la visita libre a los patios, iglesia y sacristía por 3,50 €, o si se prefiere por 4,50 € esta visita libre junto a una guiada por el museo, farmacia, y archivo.